Cali peregrina hacia su alma: cerros tutelares, fe colectiva y ciudad en transformación

Cali peregrina hacia su alma: cerros tutelares, fe colectiva y ciudad en transformación
    Foto: Comunicaciones Alcaldía de Cali

En una época donde lo superficial compite con lo esencial, donde la ciudad parece correr sin saber hacia dónde, la escena de más de 10.000 personas ascendiendo voluntariamente los cerros tutelares de Cali en Jueves Santo merece una pausa, una mirada más profunda. Porque lo que se vivió no fue solo una caminata, ni una tradición religiosa repetida por inercia. Fue una manifestación colectiva de sentido. Un gesto masivo, silencioso y significativo de una ciudad que, a través del cuerpo y del paisaje, busca reconectar con su alma.

Cristo Rey, la Virgen de Yanaconas, las Tres Cruces y el nuevo sendero de San Fernando no fueron simples destinos. Fueron puntos de encuentro entre la devoción y la naturaleza, entre la historia íntima de una ciudad y la necesidad de resignificarla. En cada paso, en cada metro de ascenso, se tejió algo más que ejercicio físico o costumbre religiosa. Se tejió comunidad. Se tejió memoria. Se tejió presente.

Espiritualidad en clave urbana

Que más de diez mil caleños y visitantes decidieran dedicar parte de su día a subir estos cerros dice mucho en un contexto urbano fragmentado por desigualdades, ruido y desconfianza. La espiritualidad aquí no fue reducida al rito privado o al templo cerrado. Fue caminada, compartida, visibilizada en el espacio público. Cali no rezó solamente con palabras, sino con el cuerpo. No pidió milagros desde la pasividad, sino que subió, respiró, sudó y miró su ciudad desde lo alto.

Lo que antes eran trayectos informales, hoy —gracias a intervenciones como el Sendero del tramo 2 del Proyecto Cristo Rey— se convierten en infraestructura pública para la fe, el deporte y la contemplación. Y aunque todavía queda mucho por ajustar en términos de acceso, sostenibilidad y seguridad, la experiencia de este Jueves Santo demuestra que el espacio público bien pensado puede ser mucho más que concreto y señalización: puede ser escenario de transformación interior y colectiva.

Cali peregrina hacia su alma: cerros tutelares, fe colectiva y ciudad en transformación
     Foto: Comunicaciones Alcaldía de Cali

Fe y ciudadanía: un tejido necesario

Destacamos también el papel de las instituciones que acompañaron el proceso con responsabilidad. La Unidad Administrativa Especial de Servicios Públicos (UAESP), por ejemplo, sensibilizó a miles de asistentes en el manejo responsable de residuos. No es menor: cuando la espiritualidad se encuentra con el civismo, cuando la fe se expresa sin dejar huella de destrucción, estamos frente a una madurez ciudadana que merece ser reconocida.

Pero también es necesario advertir que esta movilización no debe convertirse en una postal romántica ni en una oportunidad para la autocomplacencia institucional. Es, más bien, una señal de alerta positiva: la ciudad quiere subir, quiere verse desde otra perspectiva, quiere reencontrarse consigo misma. ¿Está el gobierno local a la altura de ese deseo? ¿O volveremos al letargo, al abandono, al olvido de estos cerros los otros 360 días del año?

Cali: un alma colectiva que aún resiste

Lo que pasó este Jueves Santo en los cerros tutelares de Cali no puede reducirse a cifras. No se mide solo por los 4.531 visitantes en Cristo Rey ni por los 3.124 que caminaron el nuevo sendero. Se mide por lo que quedó en el aire: una sensación de pertenencia, de posibilidad, de comunión. En una ciudad marcada por cicatrices sociales, el acto de subir juntos —y hacerlo en paz— se convierte en un gesto de profunda sanación.

Jorge Vaca, caleño residente en Inglaterra, lo dijo con sencillez y lucidez: “Esta panorámica es maravillosa. Definitivamente se está convirtiendo en el punto de encuentro ideal para quienes buscan disfrutar de la riqueza natural de Cali y participar en las tradiciones de peregrinación de la Semana Santa.” Y no se equivoca. Cali no solo es bulla, caos y urgencia. También es monte, es silencio, es respiración. También es fe que se comparte sin palabras.

Más que un evento: una oportunidad

Ojalá esta peregrinación no quede como un evento anecdótico, como una estadística municipal. Ojalá sea leída como lo que verdaderamente es: un llamado. A cuidar nuestros cerros no solo por turismo o recreación, sino como espacios sagrados en un sentido amplio. A reconocer que el bienestar espiritual también pasa por el acceso a lo verde, lo alto, lo limpio. A comprender que la ciudad no solo se construye desde abajo hacia arriba, sino también desde lo alto hacia el corazón.

Porque cuando una ciudad sube sus cerros en masa, lo que busca no es solamente una vista. Lo que busca —aunque no siempre lo sepa— es una visión. Y en estos tiempos oscuros, eso es exactamente lo que más necesitamos.



Redacción de RMC Noticias

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